«Nothing to hide. Le jeu»

Nada que esconder. El juego, es una película francesa realizada en 2018 y dirigida por Fred Cavayé. Es su adaptación del film italiano, Perfectos extraños, de Paolo Genovese. Aunque calificada como cómico-dramática, superan en número las escenas dramáticas a las cómicas.

Un eclipse total de luna es algo inusual. Es el primero en producirse en el siglo XXI, y es la noche que cuatro viejos amigos eligen para reunirse con sus respectivas parejas. El noticiario informa que las condiciones climatológicas son especialmente favorables. Para captar las imágenes, no será necesario recurrir a un equipo demasiado sofisticado, cualquier cámara podrá servir. Y añade un consejo: no ser supersticiosos. Los eclipses conllevan riesgos. Según cuenta una leyenda, durante los eclipses de luna pueden ocurrir cosas increíbles. En el instante en que la luna está totalmente oculta, se dice, que se para el tiempo y que tus pecados más íntimos se purifican.

Bajo esta atmósfera de espera, y mientras Marie, una exitosa psiquiatra, termina de vestirse, su marido Vincent, cirujano plástico, se entretiene viendo en su iPhone los bustos de las mujeres que ha intervenido, mientras va preparando la cena. Será precisamente el menú elegido lo que aportará el elemento “cómico”, hay que decir que, con cierto acento agresivo: no gusta. Los deja a todos con hambre, excepto tal vez a Ben, el único que come con cierta voracidad, a pesar de estar de régimen.

Los invitados son amigos de la infancia: Marco y su esposa Charlotte, que han dejado a los niños, para preocupación de ella, con la madre de él. Thomas y su esposa Lea que se presentan dando muestras excesivas de su amor y están buscando un hijo. El tercer invitado es Ben, que se ha separado hace algún tiempo pero de quien se espera que llegue con su nueva pareja. La expectación por conocerla les mantiene a todos en vilo, y así los deja, pues llega solo, como explicará al final: porque quiere a su pareja y cuando se quiere a alguien se lo protege. Él por su parte, ya está acostumbrado desde EGB a sus burlas.

Para distender algo el ambiente, y aunque le ha costado hacerse escuchar, Ben cuenta la anécdota de una mujer que, ya viuda, descubre mediante los mensajes de móvil que su marido la engañaba. Marie sugiere un juego para entretener la noche. Cada uno, “no sin grandes reticencias, sobre todo de alguno de los hombres”, ha de colocar su móvil en el centro de la mesa y, cada vez que entre algún mensaje, un mail o una llamada, el destinatario ha de responder compartiéndolo con sus amigos. El juego progresa al comienzo sin problemas. Pero a medida que la noche avanza y el eclipse se va completando, cada pitido es un llamado a mostrar la discordia ya latente. Los esposos felizmente casados reciben sexts de extraños, una amante deja –en el buzón de voz– mensaje de estar embarazada, y alguien recibe la foto de un clítoris por SMS. Los enfrentamientos se suceden con tanta virulencia como secretos se desvelan, plantando dudas sobre su amistad y sobre sus matrimonios.

Al concluir el eclipse y mostrarse nuevamente la luna, y mientras despiden a sus amigos desde su espacioso balcón, Marie comenta que habría estado bien llevar a cabo el juego, habría sido divertido, dice. Pero Vincent le objeta que en la amistad como en el amor a veces es mejor mantener los secretos a buen recaudo.

El claro de luna ha vuelto a velar sus dobles vidas y con éstas sus derivas para hacer con la relación que no existe. Eclipse es un término que Lacan utiliza en La lógica del fantasma 1 para hablar de la esencia de la castración. Hay, dice, “una incapacidad estructural en toda Bedeutung para cubrir lo que concierne al sexo”. Y “la esencia de la castración - añade - es lo que esta relación de ocultación y de eclipse, se manifiesta en esto: que la diferencia sexual no se soporta más que de la Bedeutung de algo que falta bajo el aspecto del falo”. Visto así, ya no extraña que cada uno vuelva a su vida como si nada hubiese ocurrido. Volver a velar la no-relación es la única forma de seguir sosteniendo el propio modo de estar a dos.

Nada que esconder, es un juego de salón, actualizado para la época en la que el iPhone es el gadget imprescindible de todo ser hablante (y para algunos más partenaire que el propio partenaire). Un juego que utiliza su configuración para explorar las relaciones de pareja y sus fracturas.

Notas:

Lacan, Jacques, El Seminario libro 14, La lógica del fantasma, Lección del 11 de enero de 1967, Inédito.

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