Emily L.

No me miraste. Forzaste el tono. La violencia de tu mirada se ahogó en una especie de desdicha. Dices:

-No hay nada que contar. Nada. Nunca hubo nada.

Te contesto con retraso

-Algunas veces, cuando hablamos juntos, es tan difícil como morir

Es verdad.

( ...)

No podíamos mentir en ningún punto respecto a aquel sentimiento que nos había unido y nos unía sin duda, pero del que ya nunca hablábamos. No sabíamos de que estaba formado ahora, de que clase era. No queríamos saberlo.

Marguerite Duras, Emily L.

Como entre los sexos no se da la relación, dice Lacan, se trata de encontrar eso que la suple. Y la pareja que narra este relato, para quien hablar al Otro, al Otro sexo, es tan difícil como morir, inventan juntos la historia de amor de Emily y el Captain. Ellos, que no saben ni pueden decirse nada, dicen de los otros dos, dicen del amor que los unió y de eso que se rompe para él, tras el encuentro casual con un poema que ella había escrito “apuñalado por la verdad”, de que “en el universo de aquella mujer, él nunca había existido ni existiría nunca”.

Para Lacan, el hombre aborda su deseo por el objeto a, pero este abordaje parcial de la mujer no excluye la aspiración de poseerla toda. El Eros, como aspiración fusional al Uno, sigue funcionando para el lado macho. Cree abordar a la mujer. Y el drama del sujeto masculino se jugará en el encuentro con la no toda para él, llevándolo a la oscilación entre el nada que decir a la estafa del amor.

La pareja mira a los otros y habla sobre ellos. Con su mirada captan la desdicha, los silencios, la locura y la huida sin sentido de la pareja en su determinación de sostener las brasas del viejo amor. Los narradores van dibujando en sus decires un saber sobre el amor y el dolor que los nombra sin nombrarlos, que habla de ellos sin saberlo. Precisan para ello del recurso a lo Imaginario. Se dicen: -El Captain no aparta los ojos de ella “pero ella está vinculada a otras cosas, un poco con la muerte, un poco con la risa también” -. Suponen, definen y atribuyen y en esta atribución, encuentran siempre la imposibilidad de la inscripción del vínculo sexual.

El Captain había hecho desparecer un poema donde nada se decía de él. En el poema ella hablaba de las heridas que causaban las espadas de sol, heridas no visibles, no pensables y que se trataba de la percepción de la última diferencia:” una diferencia interna, situada en el corazón de todos los significados”. Allí donde la falta se hace un lugar, encontramos el goce femenino. Destruyó el poema y aquello supuso una especie de muerte para ella, desterró la escritura.

Se goza de hablar de amor, aunque de la verdad del amor poco se pueda decir, medio decir que apunta a una verdad que solo puede atraparse por el semblante. El amor, dice Lacan, se dirige al semblante. No sé si el amor es un sentimiento, dice la narradora, a veces creo que amar es ver. Es verte.

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