Los niños por venir
Cómo no referirnos a nuestro Juanito, en tanto nos plantea una primera interrogación: el niño como metáfora de la pareja parental o cómo metonimia del deseo de la madre.
Sabemos que las cosas no funcionaban muy bien en la pareja parental, los padres de Juanito, Max y Olga, y que la separación se fue posponiendo hasta que sus dos hijos crecieran.
Un padre demasiado amoroso con su hijo, podríamos decir que no impactaba como padre, en su función. Y una madre que arrastraba a su hijo de aquí para allá, lo llevaba consigo al baño y lo metía en su cama. He aquí al niño como apéndice, metonimia del deseo materno.
Y si este es un caso de inicio del siglo XX, no dista de otros niños del siglo XXI, como resultado: una virilidad que no cobra tintes de legitimidad.
Vemos los laboriosos caminos con el significante al que es llevado Juanito gracias a su padre, que tan tiernamente se ocupa de su hijo, en un tratamiento orientado por Freud. Juanito es un gran inventor de mitos para dar cuenta de un real que no encaja y lo pone a trabajar.
Y si es a partir de Juanito que Freud autoriza el análisis con niños después del encuentro que tiene con él a sus 18 años. Lacan nos dirá que los analistas de hoy no se atreven a pasearse por ahí donde su padre y Freud se pasearon. Animando una vez más a llevar adelante el tratamiento con los niños.
Sabemos de la importancia de la sexualidad femenina y la incidencia que tiene en el niño, en tanto él viene a ubicarse como ese objeto falaz para engañar el deseo de la madre. La partida se juega entre el niño, la madre y ese objeto faltante al que el niño se presta con ingenio para simularlo. Pero la verdadera partida no se juega sino con aquel que al jugar gana de antemano. Hay que perder para ganar. Es en este sentido que Juanito deberá pasar por diferentes permutaciones para salir de esta fobia que viene a suplir la función paterna.
Hoy en día al lado de estos Juanitos, que pueden presentar un síntoma, como brújula, tenemos otros niños, hijos del siglo XXI y de las nuevas alianzas. No sabemos que los orientará, que hará de síntoma para cada uno de ellos, es un universo que se abre a investigar. Tenemos un nuevo discurso sobre la sexualidad, del cual se desprenden las propuestas que plantea la fundación LGTB, a la cual se dirigen aquellos que siendo pareja homosexual, se sienten impelidos a adoptar o a gestar niños in vitro, allí les dan el manual de las nuevas parentalidades, para dar a conocer al niño la existencia de ellas. Así la pareja hombre-mujer ha quedado sustituida por el manual de las parentalidades. Una ortopédica que elide el deseo que está en juego.
¿Qué efectos en el niño? Es la interrogación que surge cuando todo queda obturado por las parentalidades. Su magister baby es el centro de la escena, como nos decía Freud, aquí acentuada en tanto instituye esas parentalidades, afirmando en cada caso la existencia de la misma. Pero la pregunta insiste, ¿cómo se jugará para este niño la diferencia sexual? Es algo que tendremos que investigar orientándonos por el saber del niño.
En esta coyuntura, una vez más, los psicoanalistas debemos estar atentos a los discursos de la época que inciden en la subjetividad del niño.