El truco de no pasar por el Otro
42 millones de personas, 1 de cada 5 adultos mayores de 25 años, son solteros en Norteamérica, con un fuerte peso con respecto a sus intenciones de voto, reclamo que enarbolan muchas asociaciones al mismo tiempo que defienden un sistema impositivo diferencial, que consideran injusto con respecto a los “casados”.
En el recorrido, he encontrado que podríamos diferenciar estos grupos en dos grandes conjuntos: Por un lado, aquellos singles que buscan pareja activamente y, por otro lado, grupos que sostienen y defienden dicha posición, sin querer saber nada sobre el “match”, con una decisión firme en su defensa en tanto redimir esta nominación de los embates sociales como “todos emparejados” o “la idea del single como huraño e infeliz”. Ideas que aporta Michael Cobb, militante de la causa en Canadá, en su libro Single: Arguments for the Uncoupled1, introduciendo una nueva nominación “uncoupled”: desacoplados, desparejados. Sobre estos últimos me he interesado. En su argumentario, nos encontramos, no solo una defensa a ultranza de la alegría del soltero, sino también la serie de dificultades que se encuentran y que apuntan, según Cobb, a la "angustia de establecer un borde con el otro”, entre otras. Interesante arribo al que ha llegado Cobb, acerca del borde con la otredad. Pareciera que no se trata solo de singles, sino qué lugar para el Otro a modo de rechazo o borde y qué hacer con ello. Es curioso Cobb lo trata como un truco, “a cheap trick”, un truco barato.
Eduard Hitschmann, psicoanalista vienés, contemporáneo de Freud, en 1931 realiza una exhaustiva descripción acerca de la soltería y el celibato2. Me sorprende que la argumentación que ofrece Hitschmann sobre las causas de la soltería, y la enunciación de los solteros, en el intento de eludir la imposibilidad a la que se ven enfrentados, tiene una actualidad arrolladora. El autor menciona acerca del soltero: “él mismo declara que persevera voluntariamente en su soltería, que ha renunciado definitivamente a casarse o que no encuentra en concreto a la mujer apropiada. Los célibes alegan una gran cantidad de motivos que no son determinantes, y a menudo tan sólo aparentes”. Efectivamente se encuentra una puesta en juego de la decisión de mantenerse fiel a su status de soltero y vivirlo con una cierta alegría. Ni siquiera el matrimonio, puede ser garantía que esta ética de soltero no se mantenga: “Mira mi DNI, figura soltero” me comentaba un paciente entre risas. Paciente que había formado una familia, tenía hijos pero nunca se había casado y sosteniendo el significante americano del “living apart together”, es decir separado desde hacía 30 años de su mujer, manteniendo una relación estrecha con ella, sin poder hacer lazo con una nueva pareja. En este sentido, podríamos pensar que, en la ética del soltero, el sujeto encuentra por un lado la forma literal del “no hay relación sexual” y por otro un estratégico truco de “pito catalán”, y que nos recuerda Lacan como aquel que responde “de la no relación con el Otro cuando uno se contenta con tomarla al pie de la letra”3. Es decir que en el exilio de los sexos, la forma singular que hace con ello el single se cierne más el predominio de un goce autoerótico: “el soltero se hace sólo el chocolate”4.
En la época de hoy, del Uno solo, el “match” o encuentro con la otredad, pone a trabajar el goce en solitario, prescindiendo de aquello que pone en juego ni más ni menos que la falta, el Otro y, por ende, el amor.
Un truco barato sin duda, como decía Michael Cobb para sus uncoupled, en tanto, el pase mágico reside en no pasar por el Otro en la literalidad del “no hay relación sexual”.
Notas:
- Cobb, Michael, “Single: Arguments for the Uncoupled”, Ed. NYU Press, 2012.
- Hitschmann, E, "Acerca del célibe, el Neurótico desconocido", en Finisterre freudiano, Nro.4, diciembre de 1993, Ed. Eolia.
- Lacan, Jacques, Televisión, Ed. Paidós, p. 567.
- Lacan, Jacques, Seminario XVII, Ed. Paidós, p. 213.