«Singles»
Entre el hombre y el amor está la mujer, dice Lacan. Hasta hace poco entre el hombre y la mujer estaba el matrimonio funcionando como un orden regulador de la relación de pareja, del deseo y el amor.
Sabemos que ninguna institución simbólica, ni política ni religiosa, puede ordenar completamente lo real en juego en la relación entre los sexos.
Sin la hegemonía del matrimonio en nuestros días aparece un nuevo significante, “single”, para nombrar un posicionamiento subjetivo que implica una elección: elegir vivir sin partenaire en el amor. En la consulta una mujer habla: “he estado con dos parejas, pero cuando estaba con ellas me volvía loca, me enfadaba cuando no me hacían caso, no soportaba la situación...así que he decidido estar a solas”.
Sin límite el amor se hace estrago, como nota J.-A. Miller: “El estrago es la otra cara del amor, es el retorno de la demanda de amor, eso quiere decir, que es como el síntoma, excepto que tiene un índice infinito”1. Este infinito, sin límite, se cuela en nuestras consultas cuando escuchamos historias de amores maltrechos, decepcionantes o estragantes... Frente a las dificultades que plantea la relación amorosa, frente al riesgo del estrago, una elección: estar a solas.
¿Qué mutación posibilita esta modalidad de elegir el rechazo?
El discurso capitalista permite un tratamiento de la inexistencia de la relación sexual rechazando el amor y sin necesidad de inscribirlo en el orden del matrimonio.
Sostiene Lacan que “para hacerse una sana idea del amor, tal vez habría que tomar como punto de partida que cuando algo se juega, pero seriamente, entre un hombre y una mujer, siempre se pone en juego la castración”2.
Sin embargo el discurso capitalista produce precisamente un rechazo de la castración. Como consecuencia “todo orden, todo discurso que se empariente con el capitalismo deja de lado lo que llamaremos simplemente las cosas de amor”3, pero sin renunciar al goce como escribe Alemán: “el capitalismo, a mi modo de ver, es una permanente invocación al goce, en su desconexión con el amor”4.
En la época del Otro que no existe ni lo político ni lo religioso son capaces de dar respuestas a la pregunta por la inexistencia de la relación sexual ni, como suplencia, pueden de una manera efectiva poner límite al amor e impedir su totalización.
Ante la posibilidad de un amor devastador solo queda el rechazo y el encuentro del goce en el objeto, reencuentro con los productos listos para ser objeto de goce, o producirse en una nueva forma de subjetividad. Realmente un single no está nunca a solas. Siempre queda con su objeto, con el objeto de goce propuesto cada vez por el mercado y la técnica.
A diferencia del discurso del capitalismo la apuesta del psicoanálisis es otra para tratar el sin límite: organizar la singularidad de un sinthome que no aspire al totalitarismo de un amor estragante ni a la nada del rechazo ensimismado en el objeto. Ni single ni estrago, ni nada ni todo, sino anudamiento particular de cada uno para saber hacer con lo que no cesa de no escribirse.
Notas:
- Miller, J.-A, El hueso de un análisis, Ed. Tres Haches, Bs. As., 1998, p. 81.
- Lacan, Jacques, Hablo a las paredes, Ed. Paidós, Bs. As., 2012, p. 114.
- Íbid. p. 106.
- Alemán, Jorge, En la frontera. Sujeto y capitalismo, Ed. Gedisa, Barcelona, 2014, p. 102.